Encuestas, decisiones racionales y otros cuentos chinos

Ya hace dos semanas que escribí sobre los partidos políticos y sus métodos de elección, describiendo cómo, esto que llamamos “democracia” se ha vuelto difícil de operativizar.

Modestamente, me considero una observadora constante de la conducta humana. En la política uno va desarrollando un sentido de construcción del pensamiento que tiene mucho que ver con vigilar las acciones y narrativas de los diferentes actores que te rodean. Dicen que “quien busca, encuentra”, pero, aún cuando uno no anda buscando, las cosas llegan, gracias al tejido social imperante y las conversaciones, que sin tocar un tema en cuestión, desatan detalles que crean una alerta, como también, la actitud cambiante de las personas cercanas según sus intereses del momento.

En toda lucha por el poder existen diferentes tipos de violencia, la violencia económica, la del abuso de poder, la violencia política la de género, entre otras. Nuestra “democracia” no cuenta con los mecanismos suficientes para aminorar a ninguna de ellas, a pesar de que la Ley Electoral condena la la violencia política de género, pero no abarca una serie de factores en la que nos vemos dentro de los partidos diariamente.

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En el panorama de los partidos políticos mayoritarios en función de las conformaciones de sus boletas electivas, hoy vemos, que todos los métodos que hablé en mi mencionado artículo, han causado crisis: las primarias cerradas, la asamblea de delegados, y por supuesto, las encuestas. En todos se aplican los diferentes tipos de violencia arriba mencionados.

Entre dichos métodos de selección, las encuestas, terminan siendo el instrumento por excelencia para la manipulación de resultados,  porque se trata de datos que corresponden a un “cuasi método científico” secreto y silencioso, sin ser presentado a priori -formalmente-, lo cual, le condena al cuestionamiento respecto a una “metodología operativa” que puede ser adecuada para beneficiar a particulares. La primera derivada de este fenómeno es que resulta en convertir el “instrumento” en un mecanismo de denostación personal, y órgano legitimado de ejecución de la escatología de la violencia antes mencionada.

La idea de encuestar para elegir candidatos y candidatas surge de la raíz del supuesto de que cada partido tenga en su boleta personas que conecten con la población, porque los partidos se nutren de los votos y la ciudadanía vota por las personas que entienden les pueden representar. En nuestra sociedad de la confusión y del odio electrónico, hace que la construcción de narrativas iniciadas por grupos que concentran poder, la asuma cierta militancia contagiada, utilizada y necesitada de atención, para minimizar la dignidad de algunas personas, siendo esta mecánica una versión moderna de la antigua lapidación o estigmatización escarlata.

Por ejemplo, si eres una mujer con incidencia en los medios y grupos sociales, la narrativa es negar que estás haciendo trabajo político con “dirigentes”, pero si son hombres que traen de los medios para que ocupen plazas reservadas, si le valoran que tienen un impacto hacia la sociedad que es lo que “necesitamos”. La famosa dirigencia es otro tema, porque las encuestas no son internas en los partidos, están dirigidas a la ciudadanía, por lo cual, lo dejaremos fuera de esta conversación.

Hemos visto, analizando particularmente lo vivido en la selección de la boleta de la Circunscripción 1 del Distrito por el PLD que, además de lo arriba expuesto, para citar más ejemplo, si se trata de un hombre que lo inscriben sin estar en el país desde el inicio hasta el final de la pre-campaña, entonces, aparece con una puntuación mayor que muchos, y nadie lo cuestiona frente a las puntuaciones menores obtenidas por mujeres que sí han hecho el trabajo. Para colmo, adrede nos ponen al final de las puntuaciones para que sea por “cuota” y así, no reconocerles el trabajo, incluso, superior a hombres cuyos números no alcanzaron para entrar, sembrando en el ideario de la militancia que por culpa de la cuota de género quedaron fuera compañeros con mayor porcentaje en las encuestas.

¿Las mujeres hacen el trabajo y no suben en las encuestas, pero los hombres da lo mismo lo que hagan, salen por encima SIEMPRE?

De la lucha de TITANES -hombres-, que armaron ciertos líderes, quieren culpar a las mujeres.  Me explico; para hacer esta comparación debemos dejar fuera de discusión a las candidaturas que van por reelección que en el caso del PLD en la Circunscripción 1 es una mujer. Ahora bien, la violencia política de género se aplica cuando quieren plasmar en el ideario del peledeísta que las demás nuevas mujeres no nos comparamos en números a los demás nuevos participantes, (nuevos por ser la primera vez participando para esa plaza) incluyendo, compañeros que no pudieron hacer nada de campaña porque una situación de salud familiar se la impidió. Y para ponerle la cereza al pastel, hacen el documento público, para denostar nuestra imagen.

Todas estas experiencias hay que exponerlas, porque se supone que debemos de vivir para fortalecer nuestra democracia, no para usar los recursos legales e instrumentos para la equidad representativa, como herramientas que nos ayude a resolver el problema entre los favoritos de ciertas cúpulas bajo la premisa de robarnos nuestro trabajo y el derecho de crecimiento y fortalecimiento.

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