Entre el bien y el mal, sin tener nada que mostrar

Nuestro presidente y ahora también precandidato presidencial, Luis Abinader, insiste con hacer cumplir el refrán: “dime de que presumes, y te diré de qué careces”. Su campaña reeleccionista consiste en seguir usando el odio y sus sentimientos derivados como eje principal de su discurso, pero con un ligero “twist”.

¿Es extraño encontrarse en una novela, película o cuento a un personaje motivado por la envidia que se la pasa culpando y criticando a otros para ocultar sus propios defectos?

No he de extrañarnos que algo tan común y hasta rústicamente utilizado en lo coloquial, sea elevado como el discurso base de este gobierno que a tres años de su prometido “cambio” no tiene nada importante y sostenible que mostrar.

“El pasado es oscuridad” dice el Presidente, sin embargo, los apagones y el alza del precio de electricidad son parte de los principales problemas de los que se queja la ciudadanía en este Gobierno.

Cuando le convenía, imitaba a José Francisco Peña Gómez y su discurso anti-reeleccionista, pero como para nadie debe de ser sorpresa, ahora dice que no es así. Como siempre, se ha tratado de satanizar el instrumento cuando les era conveniente, en este caso la reelección, así hicieron con los préstamos, los fideicomisos, la nómina del Estado, etc.

Su recurso ahora es hacer un contraste irreal del bien y el mal, lo claro y lo oscuro. Obviamente, a carencia de políticas públicas que mejoren la vida de la gente, inventémonos un nuevo “Cuco”, y listo.

Quienes ahora se auto denominan “Los Buenos”, han abandonado el campo dominicano y su agroindustria, así mismo, luego de tanto hablar de la dichosa fórmula cuando eran oposición, desde que llegaron al gobierno, resulta que la gasolina no baja de precio.

Son tan buenos en ineficiencia que han hecho una gestión educativa precaria y escandalosa, y tan buenos en indolencia, que han descuidado a el programa de medicamentos de alto costo , el programa de alfabetización nacional y la atención adecuada a la Primera Infancia y a los niños y niñas con condiciones especiales. 

En manos de los buenos, ha subido la mortalidad infantil, la delincuencia, la canasta básica, los útiles escolares, la energía eléctrica, y por consiguiente, el hambre y la pobreza.

Muy buenos para aumentar la nómina del Estado de manera exorbitante, la misma que dijeron que bajarían considerablemente, incluso, siendo oposición, sometieron proyectos para quitar supuestas instituciones “innecesarias”, mientras que ahora, pensionen a sus militantes de partido, inventando una nueva modalidad: “botellas de por vida”.

Que buenos, ni que malos, esos son extremismos ridículos; simplezas a la que recurren personas presas de sus propias trampas y mentiras.

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