Quienes empezamos a incurrir en el mundo de la tecnología a mediados de los 90’s, nos imaginamos un mundo conectado un poco distante de lo que hoy existe.
Por un lado, y que bueno, mucha ciencia ficción se ha hecho realidad, como las video llamadas y objetos “vestibles” inteligentes (Lentes que graban video, relojes con pantalla, ropa con sensores, etc.), lo que significa que cuando la humanidad imagina algo, empieza a hacer todo lo posible para hacerlo realidad, a veces no exactamente como en las películas, pero vamos llegando… ¿A donde?…. No sabemos.
La reacción de la sociedad, una vez se incrementó el alcance de las personas usuarias de internet, pasando de ser; muchas navegantes y pocas creadora, a que todas las personas que cuenten con un dispositivo móvil y acceso a internet, pueden ser tanto consumidoras, como creadoras de contenidos.
La capacidad de comprender todo este fenómeno y sus efectos en nuestras decisiones diarias, no cuenta con un margen de amplia reflexión, porque el tiempo no alcanza de tanto bombardeo de contenido multimedia.
Por eso insisto, que más que lograr la “Sociedad de la Información”, hemos logrado la “Sociedad de la Confusión”, donde están ligados todos los aspectos de la vida actual, desde la farándula, la política, la justicia, la economía, el ocio, los productos de consumo y la diversión, etc. compitiendo todos, a la vez, por 6 segundos de nuestra atención.
Ante tanto acceso, siempre hay una misma queja sobre la falta de comunicación, lo cual, confieso que me causa, en algunos casos, cierta angustia cuando escucho decir repetidamente: “eso no se supo”, “¿quién lo dijo?, “¿cuando pasó?”, etc.
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Dentro de esta abrumadora conectividad que ha “democratizado” la posibilidad de suprimir todo intermediario posible (casas disqueras, agencias de viajes, estudios de grabación, emisoras de radio tradicionales, etc.) , es preciso detenernos a pensar nuestro rol de humanos frente a la tecnología, y así, poner un poco de resistencia respecto al control que ejerce tanta fuente de distracción sobre nosotros.
Por ejemplo, solo con los grupos de Whatsapp andas con toda tu familia, vecinos, colaboradores y amistades para todas partes, es decir, que cualquier situación que pase en esos entornos, se va contigo en el celular. Es allí, en la virtualidad, donde se desarrolla todo el tema con las diversas opiniones, malos entendidos, debates y chistes.
Todo eso, es información que tu cerebro está recibiendo de manera simultánea, mientras, estás físicamente en otra realidad que también requiere de tu atención. Sumando, lo que te llega por Twitter, Instagram, Facebook y TikTok, entre otras App de mensajería (Telegram, Signal, etc.). Y todavía no he contado los periódicos digitales que abres simultáneamente en diferentes tabs de tu navegador.
Mientras todo este alboroto, que tu cerebro va asimilando, ocurre en el silencio de tu oficina, en la sala de espera de un doctor, de camino al trabajo o donde sea que te encuentres, te toparás con algo que era de tu interés y sucedió sin que te dieras cuenta, y claro, la pregunta que sigue es: ¿Y dónde dijeron eso?
Estamos realmente más informados, lo que no creo es que estemos MEJOR INFORMADOS, de igual modo, creo que no somos verdaderamente conscientes de cómo, este cúmulo simultáneo de emociones que vivimos internamente vía internet nos distrae y nos afecta de diferentes maneras.
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