Obvio que no es novedad, pero sigue importando el hecho de que pasa una y otra vez frente a nosotros, en diferentes formatos y temporadas, creando confusión, usando desde el método de la lapidación, la crucifixión y la hoguera inquisidora, hasta lo que hoy día se presenta en otros términos menos primitivos, sólo conservando la persuasión y el engaño.
El ATAQUE como defensa, es la técnica por excelencia usada por quienes entienden necesitar señalar una culpa específica, precisa y absoluta hacia los demás, para evitar discutir o ceder ante aquello que les saca de su zona de confort o que no se ajusta a sus deseos y caprichos.
En un intento de adueñarse de la verdad; atacar, atacar y seguir atacando, es el camino que alimenta la euforia, lo cual, resulta efectivo para lograr acciones propias de “fanaticadas”.
Quien se dedica al ataque elige etiquetas, dependiendo la circunstancias, para agrupar a gente sin ningún tipo de sensatez; “traidores, corruptos, herejes, farsantes, libertinos, pecadores, conspiradores….” etc. En la apuesta de que quien acusa, es libre de estos atributos, solo porque lo dice con rabia, hablando alto y creyéndose mejor que los demás.
En la humanidad, caemos en esto a cada rato; creyendo a quien se dedica a discursos de ataques, con la intención de meter, a como dé lugar, en el ideario de la gente, el delirio de persecución y de teorías conspiranoicas, observables tanto en políticos como en religiosos.
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Ambos personajes suelen ser los “elegidos”, unos por su partido político a través de métodos que entendemos o validamos como democráticos (leer mi artículo anterior) y otros por una creencia de fe, llegando incluso, a liderar sectas que han logrado llevar a individuos, a un estado tal de control mental, que terminan cometiendo suicidios en masas.
Quien ATACA Y ATACA, ya sea con fines políticos o religiosos, siempre tiene una excusa que va más allá de su persona, eso no falla, “es por salvar a otros”; dejando así, a su entender, que fuera de toda duda, sus motivos son superiores a quienes se atreven a cuestionar sus acciones irregulares o evidenciar su comportamiento sospechoso.
Debemos de observar el origen y la construcción de ciertos liderazgos, porque las personas líderes necesitan de otras que le reconozcan como tal, aunque aparecen quienes se autodeclaran líderes porque tuvieron un sueño, visión o revelación, sobre todo en el mundo espiritual. Mientras, en el mundo político, puede suceder que se trate de un liderazgo a base de una circunstancia muy especial o un asunto momentáneo por descarte de otros.
Por eso, vemos líderes que son de paso, más bien resultan ser representantes del momento, y otros, que se mantienen, no importa su circunstancias, con cierto poder de persuasión y decisión en el escenario público, tanto en su territorio, como internacionalmente.
Lo interesante de todo este tema de la técnica del ataque constante, es que aparecen mentes brillantes que administran dicha técnica de manera magistral, mientras, que otros abusan del recurso y terminan viéndose ante un público más crítico, como gente con poco desarrollo intelectual. Estos últimos, no sólo la usan como un método de salirse con la suya, si no, que se convierte en el esquema para ocultar que carecen de otras habilidades que les impide conquistar corazones con más consciencia de la realidad.
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