Los países que tienen un buen desarrollo en cuanto a garantías sociales, es decir, educación, salud, retiro y protección ciudadana, como también, infraestructura y tecnología, aún cuentan con gobiernos, elecciones y problemas que resolver, del mismo modo, beneficios y conquistas que mantener y mejorar. Por lo que, aún se viva en un mundo tan perfecto que parezca Disney World, siempre habrá cosas qué hacer, y mejor aún, sostener para que permanezca funcionando a pesar de las vicisitudes. En cambio, la República Dominicana se expone al deterioro y la pérdida de tiempo, la primera porque existe la política de este gobierno de deshacer para volver a hacer lo mismo y la segunda porque dichas acciones nos estancan, en vez de seguir creciendo. La obsesión de este gobierno de atribuirse iniciativas de la administración pasada, como nuevas y que nunca se habían hecho, son verdaderamente enfermas y hasta ridículas en tiempos de sociedad conectada, donde todo aparece en alguna plataforma digital publicado desde años atrás. ¿Qué necesidad tiene el presidente de hacer creer que por primera vez se pone en funcionamiento el transporte escolar? El transporte escolar empezó en el 2015 por iniciativa de Carlos Amarante Baret, entonces Ministro de Educación y que siguió fortaleciéndose hasta el 2020. Puedes leer: Nuestra extraña relación con la basura ¿Será la gran necesidad de gobernar para las redes? o una especie de complejo oficializado, porque se sienten que no llenan expectativas después de años con una campaña en contra de tantos temas tergiversados, como los préstamos, para que en dos años nos hayan llevado al endeudamiento más grande que se haya podido hacer en el menor tiempo posible y sin ejecución ni proyectos en desarrollo. Por otro lado, tanto alardear de la nómina pública como algo dañino, para luego aumentarla y además mentir respecto a la desaparición de instituciones públicas porque eran innecesarias y repetitivas, para que al final sea lo mismo, sólo cambiado de nombre, pero presupuestariamente no hay ninguna mejora ni eficiencia. Años de discursos vacíos que hoy demuestran que son irrealizables y que ni aportan en nada a los problemas reales de la población, más bien resultan ser un maquillaje, por ende, son mentiras al aire sin responsabilidad. En fin, hasta los diálogos del CES se quedan en mareo con más mareo, bulto tras bulto y el país lleno de picazos por todas partes cuya suma de promesas sobre pasan el presupuesto nacional, y lo que ya existía, también dicen que es nuevo.
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