Malo, siempre y cuando…

¿Al final, cuáles son las personas malas en los partidos políticos? ¿Aquélla persona contra quien competiste?, aprovechando ese escenario para decir hasta lo impensable, y ahora esa misma persona, sí que es buena porque está en tu cancha.

Siempre se ha querido comparar la política con el deporte, por esa característica de competencia y estrategia que rige ambas disciplinas, pero en realidad, cuando se trata de un juego, hay reglas muy específicas, que pudiesen en algún momento violarse con la suerte de pasar desapercibidas por quienes estén ejerciendo el rol de arbitraje, pero a pesar de la complejidad del sistema económico, la disciplina deportiva y el entrenamientos de quienes la practican, no hay mucho más que reconocer por vía de las estadísticas, cuál deportista tiene las mejores condiciones y las mayores puntuaciones. En base a eso, se cambian de equipo, más que todo por razones económicas, y luego, por cualquier otro motivo particular de comodidad, oferta y demanda. En fin, por intereses claros.

En la política se dan ciertas situaciones que son muy diferentes. En este artículo no se trata, en lo absoluto, de medir a todas las personas con la misma vara, como tampoco, de un desahogo de despecho, porque no es de mi interés y no va con mi personalidad esa costumbre de que la gente es buena lo, siempre y cuando está conmigo y mala cuando no lo está. Es cierto, que las traiciones tienen sus matices, porque el oportunismo en estos escenarios de poder, no es más que usar a quienes se dedican a la política para beneficios personales sin un mínimo de interés por el servicio ciudadano o convicciones reales. Mientras, por otro lado, existe la realidad de acompañar a una persona con liderazgo, por un camino de coincidencias, y luego, tener el derecho de no querer seguir el mismo rumbo, sencillamente por diferencias de criterios.

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No obstante, aparecen una serie de narrativas románticas, no para todos convincentes, pero cada cual siempre con su derecho a elegir donde invertir su tiempo, ideas y trabajo.

Si embargo, dado al escenario actual, y la avalancha de odio fomentada por el PRM, yo me pregunto: ¿Cómo es que durante 8 años todos cabían un una misma canasta? Un grupo de malandrines con toda una obra maquiavélica, y ahora, esas mismas personas, las queremos en nuestro equipo. ¡Ajá!

Al final de cuentas, la incoherencia está a simple vista. La post-verdad impera en el escenario, y como dije en mi artículo pasado, la soberbia todavía anda peleándose con la razón en las cabezas de muchas personas arrastradas a un estado de crispación que les hizo incurrir en hacerse eco de discursos inquisidores, injustos y devastadores, cuando, al final, no es necesario usar el odio como el instrumento principal para justificar tu derecho a votar por quienes consideres que deben de gobernar.

La ciudadanía debe de empezar a hacer uso de la sensatez más frecuentemente, y dejar a un lado la simpleza del blanco y el negro, que sólo lleva a extremismos dañinos, incurriendo en la decadencia de un estado de derechos, deteriorando nuestra composición social, maltrata la condición emocional y nos convierte en seres vulnerables ante quienes hábilmente justifican lo más ridículo contando con una la mala memoria para que olvidemos a quienes señalaban en su momento como malos, pero… siempre y cuando…

El terror no sirve para siempre

La humanidad ha demostrado que no puede permanecer todo el tiempo bajo terror, es posible soportarlo por un período determinado, y aún así, siempre bajo la existencia de grupos rebeldes que luchen en contra.

Quizás no toda la militancia del Partido Revolucionario Moderno (PRM) está consciente de cómo la actitud persecutora y de retaliación les hace daño en su calidad de personas políticas que necesitan vivir en un país donde cada vez más la democracia y los procedimientos legales sean más fuertes y respetados, porque de lo contrario, su destino será serle útil a un grupo empresarial indiferente al crecimiento de un estado de bienestar colectivo, favoreciendo sus intereses particulares que fomenten el verdadero RETROCESO del desarrollo social basado en los principios de equidad.

Si los perremeístas políticos, no los típicos oportunistas que surgen cómo sanguijuelas de las clases gobernantes, siguen sirviéndole de vía útil, por un lado a grupos minoritarios extremistas que devoran a quienes no le sirven en su eterna inconformidad, y por otro, a una clase de blanquitos que lo único que buscaron fue el poder para ayudar a sus amistades, sin aportarle nada más a este país que gevitos asalariados que se entienden superiores a quienes trabajaron para llevarlos al poder, terminarán con el cuchillo cada vez más cerca de su yugular.

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Yo siempre he creído que la impunidad no le hace bien a la sociedad. La ciudadanía necesita, hasta por un asunto de dignidad y de salud mental, vivir en sistemas donde se respeten las reglas y se cumplan las leyes. La impotencia que nos deja la injusticia, es lacerante y duele en el alma.

Lo que no está correcto es canalizar esa impotencia en base a entender que los procedimientos judiciales no son la consecuencia de un sistema garantista de derechos que ha costado mucho desarrollar a lo largo de los años y las experiencias vividas en guerras, miserias, hambrunas, dictaduras y todo tipo de calamidades. Es preciso evitar volver al equivalente de los tiempos de hogueras, lapidaciones y repudio público, gracias a manipulaciones, filtraciones de documentos confidenciales por parte de quienes los crean, más, la comunicación en base a intrigas y siembra de veneno.

Las consecuencias de permitir que nuestro país se convierta en un estado judicializador de la política, estará asociada a que la verdad será siempre aquella que manejen quienes tienen poder económico y mediático, sin cuestionamiento alguno.

Por otro lado, todo esto que está pasando en nuestra sociedad, debe de servir de aprendizaje a líderes que han hecho de la política un espacio donde muchas veces más ha importado mantenerse cómodo en círculos de poder, que realmente ocuparse por ser justos dentro de su partido, con quienes han dedicado su vida a crear una carrera política que les permita tomar las riendas de forma consciente, con pensamiento y compromiso profundo y bien formado.

No hay otra manera legal de ocupar una plaza electiva que no sea mediante un partido o agrupación o movimiento político, siendo el primero el único en capacidad legal de llevar a alguien a ser presidente, senador o diputado. Es decir, que destruir los partidos no le conviene a nadie.

Tampoco se podrá pretender mantener a la clase política opositora en un estado de terror eterno, porque eso no pasará, como tampoco, ese intento de meter a todo el mundo en un mismo saco

Primero la ciudadanía, luego la militancia

En República Dominicana no existen ciudadanos de segunda clase, como se le suele referir despectivamente a quienes habitan en colonias de otros países y no tienen derecho a elegir a su máxima autoridad, más bien es enviada por quien les coloniza.

Tampoco tengo la intención de referirme a otras connotaciones de índole económico que crean desigualdad y pobreza, para lo cual, se utiliza la terminología a modo de protesta.

Sin embargo, llamaré la atención a quienes entienden que algunas personas tienen derecho a protestar y otras no, como que si existiese aquí una división de derechos entre ciudadanos del mismo país.

Es un error garrafal, tener cierto nivel de estudio y profesionalismo, y a la vez entenderse moralmente superior a todo el mundo, ni siquiera por un tema de falta de humildad, más bien, porque finalmente los ríos toman su cauce y la vida termina demostrándote que nada es tan perfecto como parece, (hoy lo vemos en el manejo gubernamental de quienes lideraban la Marcha Verde), por lo cual, tenemos que vivir en un mundo de diversidad e imperfecciones.

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Debo de referirme que estas actitudes también responden a un concepto mal denominado de “Sociedad Civil”, a donde pertenecemos todas las personas que no somos militares, nada que ver con estar o simpatizar por algún partido político.

En el orden regular de la vida de las personas, una vez nacemos, somos ciudadanas, primero que todo, esa ciudadanía es la que nos permite a los 18 años ejercer el derecho al voto, como también, a la libre asociación para pertenecer a un movimiento o partido político, SIN RENUNCIAR a ella.

Es decir, que ninguna persona que milite en un partido político pierde su derecho ciudadano. Digo esto, algo tan simple y básico, porque pareciera, según el criterio de algunos grupos, que la militancia peledeísta no puede protestar para que los procesos judiciales sean respetados, ni asumir causas ciudadanas por el alto costo de la vida, el descuido de programas de salud, el mal manejo de la educación, entre otros.

Yo tengo ya más de 12 años quejándome del sistema de pago de impuestos en este país, específicamente para la clase emprendedora en áreas de servicios que debe de pagar impuesto de una factura que no ha cobrado, acumulando moras en la DGII hasta que su cliente le salde. A mi no me importa si fue Leonel, Danilo o quien sea, yo no estoy de acuerdo con eso y lo he manifestado en cualquier escenario interno o externo, porque soy una ciudadana de un país libre y democrático.

Lamentablemente, ya hoy, es innegable que los acuerdos de aposento y la famosa “política por dentro”, a la que tanto se refería Juan Bosch, sigue dominando el razonamiento más básico de personas cuyos destinos dependen de grupitos dedicados a boicotear su ímpetu y deseo de lucha por un país con mejores garantías sociales, haciendo experimentos que oculte sus verdaderas intenciones.

La pos-verdad llegará, tarde como siempre, y mientras los días pasen, seremos cada vez más, quienes con la cabeza fría, entendamos mejor el escenario interno y externo, al mismo tiempo, que los temas de importancia general: empleo, salud, educación, quema de bosques, robo de arena de las dunas, exterminación de manglares en Cabo Rojo, pasaportes, privatizaciones, etc., sigan dejándose a un lado, hasta que el país llegue a un retroceso difícilmente reparable en un mediano plazo.

Abril y sus secuelas

Los temas de importancia siguen ignorados, arropados con el discurso que insiste en empujar hacia el declive del sistema partidario, combinado con el aroma sutil de arrogancia que perfuma el ambiente, mientras, se ignoran los fallos que debilitan nuestra soberanía y democracia.

La libertad de expresión y manifestación solo funciona para las personas favorecidas de este gobierno, como ha sido más que evidente.

¿Recuerdan que le gritaban cobarde al gobierno pasado porque ponía mujeres policías a cuidar los espacios públicos cuando la Marcha Verde, evitando así altercados? Ahora, es a puros bombazos, y a pesar de que se sabe que no es correcto, la sensatez de quienes antes reclamaban libremente, no les alcanza para reconocerlo.

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Mientras, en un paralelo comparativo, observamos cómo en Nueva York, sí pueden coexistir seguidores y opositores de Trump manifestando sus diferentes apoyos y la policía con su presencia habitual.

Ya no hay tiempo para la “justicia social”, la dirigencia del activismo múltiple (verde, amarillo y negro, ahora con residuos azules), en vista de que son las mismas personas en todo, ya dejaron de interesarse por el medioambiente, el uso eficiente del 4% para la educación, que dicho sea de paso, el inicio del nuevo año escolar luce impredecible y oscuro para nuestros estudiantes, y lo más penoso, es que el país sigue sin las causales, la corrupción es más cínica, la seguridad alimentaria perdió su independencia y el uso de fideicomisos como excusa para la privatización y la evasión de la ley de compras, ya se quiere “normalizar”.

El debate actual en boca de las personas más visibles, se divide en capas de conversaciones, entre ellas podemos señalar: las típicas especulaciones de conocedores de las intimidades de gavetas y expedientes que salen a ventilar “sus verdades”, pero es un mensaje que no está dirigido a las mayorías, más bien, a un reducido grupo que queda advertido y busca su forma de reaccionar, por otro lado, las denuncias que se quedan sin ser tendencia en las redes sociales, pasando desapercibidas en una sociedad cuyos problemas no les permite mucha indignación, y por último, la farándula y el entretenimiento, ahora reforzado con la mezcla de personas montadas en ese tren, sin talento alguno, más que su empeño por ser famosas.

La Semana Santa quedó atrás, ya veremos si abril y su significado en el ideario de este pueblo ante las luchas por las reivindicaciones, aún tiene chance y alguna motivación que mostrarnos.

El morbo y las excusas no borran los feminicidios

Difícil es entender cómo se erradicarán los feminicidios y cómo las relaciones humanas tienen ese poder tan grande de pasar del amor al odio, de la alegría a la rabia y de la felicidad a la frustración.

Ya sabemos que la cultura de la pertenencia, principal motor de la mayoría de los feminicidios, inculcada y normalizada como el machismo, más allá de florecer en el corazón de los hombres, es un estado permanente de muchas personas en la sociedad y la familia, quienes no reparan en seguir permanentemente señalando conductas erradas con exclusividad femenina, que si nos detenemos a verlas, encontraremos en el fondo, que carecen de sexo y se pueden presentar también en los hombres ( dependencia, vanidad, uso y exigencia del dinero de su pareja, persecuciones, celos, etc.)

Al morbo que levantan algunas tragedias, se le suman aditivos (no excusas) que aparecen en ciertos casos y que pudiéramos definir como: la monetización de las relaciones humanas amorosas y el exhibicionismo, fruto de valorar las apariencias que concuerden con ciertos atributos que socialmente se han establecido, convirtiendo la vida de muchas personas, en su mayoría mujeres, en una constante inversión para complacer a una parte de la sociedad que le gusta vivir en ese ambiente.

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Los abusos contra las mujeres se manifiestan de muchas maneras, pero los feminicidios son el final que quisiéramos evitar y hacia donde tenemos que empujar.

Toda mujer, no importan su apariencia, naturaleza o clase social, que ya haya denunciado un caso de violencia, sobre todo, con intento de asesinato probado, debe de ser protegida y no abandonarse, incluso, si luego se arrepiente y quita la denuncia.

Las víctimas de violencia siempre pueden caer en la creencia de que esa persona, su pareja o ex-pareja, que incluso le ha manifestado amor en algún momento, no llegará a matarlas.

Quien está viviendo esa situación, manifestada en muchos aspectos psicológicos de ambigüedades y en el peor de los casos, en situaciones de codependencia, no debe de ser la llamada a no estar asustada, confundida o confiada.

Es evidente que en nuestro país no hemos obtenido grandes conquistas en aspectos de prevención, aunque sí hay mayor sensibilización al respecto, pero no como quisiéramos, sólo viendo algunas publicaciones en las redes a propósito de la tragedia reciente de la comunicadora Chantal Jiménez, nos damos cuenta de que queda mucho por hacer respecto a educarnos mejor frente a la igualdad de derechos, las condiciones sociales y los valores de una sociedad cada vez más expuesta y necesitada de llamar la atención.

La prevención y el cambio cultural debe de ser el foco principal de la lucha contra la violencia de género.

La envidia, la política y el país

Es triste para un país como el nuestro, aunque pasa en otros, que las personas ideológicamente parecidas, en vez de procurar grandes conquistas con solidez, que permitan dar saltos importantes y sostenibles, mejor se dedican a envidiarse, y me consta, que suele suceder que quien más noble parece, es quien más trabas para juntar voluntades, dejándose cautivar por la tentación de capitalizar ideas, que no son propias, pero que alimentan el gusanillo del confort de sentirse moralmente superiores, dejando a un lado el propósito de las causas en búsqueda de mejoras y la evaluación constante de pruebas y errores.

Resulta increíble, cómo, sentimientos tan personales y primitivos, terminan incidiendo en los destinos de los pueblos. Y difícilmente alguien se dedique a medir el retroceso que representa en materia de políticas públicas y la lentitud para poder superar verdaderos y profundos problemas sociales como son: el hambre, la falta de atención sanitaria adecuada, una mejor educación, dignificación de las zonas rurales, etc.

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Mientras tanto, la clase conservadora siempre se ha caracterizado por saber ponerse de acuerdo más fácilmente, primero, porque sus intenciones suelen ser más enfocadas en mantener un estatus quo garante del cuidado y crecimiento de su patrimonio económico y cuota de poder, por lo cual, no le dedican tanto tiempo a ser creíbles convenciendo a la sociedad sobre una moralidad o sensibilidad especial, más bien tienen un concepto de sí mismos como merecedores silentes del poder y entienden que su opinión importa más que la del resto, en base a sus privilegios, estudios, sociedades económicas, etc.

¿Quién es el pueblo? preguntaría Sartori. En el caso que planteo, diría que la mayoría de las personas que viven de percepciones y que sufren inconscientemente las consecuencias cuando las clases políticas que supuestamente tienen las mismas prioridades, se desgastan en temas proporcionalmente insignificantes.

Realmente, a cualquiera que tenga vocación política de servicio y cuyas ambiciones personales tienen límites establecidos, le entristece que las conquistas sociales, se vean siempre en amenaza, no por quienes no creen en ellas, peor, porque exista una especie de remolino “progresista” revolviendo las ideas, envolviendo a personas en pensamientos confusos y atropellando a otros gratuitamente. Logrando así, empañar la visión de los problemas del país porque se dejan cegar de odio y resentimiento.

Hoy, hasta quienes se catalogan de ser “la izquierda pura dominicana”, no presentan ninguna carta de lucha que no sea la corrupción, un tema importante, sin duda, pero magnificado para tapar las flaquezas evidentes de un gobierno que les absorbe sus convicciones y les exige posiciones a su favor, haciendo uso de sus debilidades personales, como la soberbia y el snobismo intelectual que les alimenta, y claro, acordándoles la débil democracia que tenemos y una que otra deuda pendiente.

Todo este embrollo, está generando que surjan brotes de “neonacismo tropicales”, probablemente producto de una tendencia natural de algunas personas con la necesidad de huir de la complejidad y abrazar posiciones simples y extremistas.

Seguiremos soñando con un país menos afectado por el individualismo y la toma de decisiones en base a sentimientos personales y no a objetivos colectivos.

¿Qué le importa a la gente?

A veces uno se cuestiona sobre qué es aquello que verdaderamente le importa a la gente. Y me refiero a esa masa indescriptible de personas que en ocasiones no sabemos diferenciar en medio de una sensación de angustia que, por consecuencia, nos hace caer en la simple generalización.

¿Qué será lo importante? Que mueran bebés en una maternidad de Los Mina y que quieran esconder los datos, o que luego de tanto “echavaineo” del Gobierno con la nueva y también supuestamente “independiente” Cámara de Cuentas, ahora se despache su presidente diciendo que es un preso de confianza y sus miembros le obligan a firmar documentos que violan la ley.

Quizás sea más importante el vestido que usó la Primera Dama en la coronación de Carlos III, a que el Plan Social aproveche el presupuesto para el techado de las casas en estado de deterioro, para hacerle propaganda al gobierno, adquiriéndolas de color azul PRM y con el logo tamaño gigante para que se vea desde el nuevo teleférico, que además, tiene menos cabinas, un trayecto más corto y costó 188% más que el anterior, calculado en dólares.

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Confieso que ha de ser muy frustrante a veces, entender qué le importa a la gente, porque si por percepción personal es, la confusión y el incremento de distracciones por plataformas digitales, deja mucha desesperanza.

¿Nos importa la utilización de la figura del fideicomiso con la finalidad de privatizar al Estado? ¿Nos preocupa que nombren en Punta Catalina a dueños de otras generadoras privadas? ¿Nos importa la crisis creada con las libretas de los pasaportes, la inversión del 4% para la educación y el deterioro del sistema de salud?

Nos importa tanto lo que tenga que decir Tania Baez sobre cómo deben de ser elegidas las parejas que nos convienen, o el café entregado en Londres, el cual, siempre sospechamos que el presidente Abinader le llevaría a la dominicana residente allí, en vista de su acostumbrado impulso populista.

Nos importan los tenis de Carolina Mejía o la ciudad con el suelo dañado por un asfaltado de capas sobre capas, llevado a cabo en el Distrito Nacional por los dos períodos de alcaldía del PRM, sin tomar en cuenta las medidas adecuadas de drenaje, lo cual, nos dejó un octubre del 2022 con muertes e inundaciones.

Palabras al aire utilizadas una y otra vez por distintos personajes de la política y la sociedad; calidad educativa, institucionalidad, transparencia, inclusión, etc. ¿Nos importa cómo eso se materializa?

Le importaría a la gente interiorizar la idea sobre que el desarrollo es un camino constante y largo, con conquistas que nunca están exentas de ser arrebatadas a la ciudadanía por políticas que protegen a grupos económicos egoístas e indiferentes, o por la influencia de otras naciones con más poder.

Es tiempo de revalorizar qué realmente nos importa y sensibilizarnos para entender mejor el panorama de esta sociedad del gozo, las distracciones y las injusticias constantes que suceden en frente de nuestras narices, mientras da la impresión que la gente vive obnubilada.

Pobreza Infinita

A veces, si no lo vemos de cerca, creemos que no nos afecta, pero el embarazo adolescente es GRAVE.

Condenar a miles de estudiantes públicos a ser madres y padres adolescentes, impidiéndoles, en la mayoría de los casos, que puedan continuar sus estudios de manera regular, y creer que eso no influencia nuestro desarrollo como país, poniendo trabas para dar saltos importantes hacia una sociedad con mejores profesionales, es no entender lo profundo de este problema y lo injusto que resulta.

Nos indignan las violaciones, los incestos y las relaciones de una persona adulta con una joven menor de edad, pero debemos interiorizar cómo poder incidir más en esta problemática para que se tomen acciones concretas y con el carácter de URGENCIA necesario.

Seguir dejando que la educación pública y laica se deje arrastrar por una facción de la Iglesia , que insiste en la promoción de la abstinencia hasta el matrimonio, y a decir verdad, sería preferible que la juventud alargue el momento de relacionarse sexualmente para evitar enfermedades y sufrimientos, pero, no por ello impedirle que cuenten con la información necesaria, como tampoco, acoger la idea de que casarse con menores de edad o muy joven, ya regulariza la situación.

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Sería interesante estudiar cuánta juventud adolescente sale de los colegios privados religiosos con un embarazo a destiempo. No tengo caso cercano conocido, y si eso estuviese pasando, fuera voz populis en la clase media de esta Capital; que los muchachos/as que salen de tal o cual colegio se ven en esa situación.

Hablar de sexo sin tabúes en este siglo, es cada vez más natural en todos los estratos sociales, es más, las personas más pobres, por su condición de vivir con menos privacidad, suelen ser más enteradas de la vida íntima de sus familiares, vecinos y vecinas, e incluso, la infancia en ambientes donde la prioridad es sobrevivir cada día, suele ser más precoz, por una serie de razones en las cuales no hace falta profundizar.

El asunto está, en que no se trata de ser escandalosos respecto a observar a niños, niñas y adolescentes bailando con movimientos de cintura o coreografías que imitan una relación sexual casi explícita, es escandalizarnos porque en su escuela no reciban una educación con una perspectiva científica y social de lo que implica para la adolescencia verse con un embarazo a destiempo.

Es imposible extrapolar la realidad de quienes cuentan con ciertos privilegios y conocimientos, que les permite transmitirle a sus hijos e hijas informaciones sobre su desarrollo sexual para que puedan cuidarse, como también, contar con mejores condiciones para conservar una niñez, dentro de sus ciclos naturales, por más tiempo, e incluso, poderles llevar al médico desde que deciden tener relaciones sexuales y desean hacer uso de anticonceptivos.

Seguir con la idea de que si el Gobierno, en conjunto con instituciones sin fines de lucro, regalan preservativos y hacen operativos, están incitando a la juventud adolescente a tener relaciones sexuales, es un atraso y grande.

De acuerdo a datos del Ministerio de Educación hay 4,059 estudiantes en uniones tempranas, 3.697 que ya son madres y 1,440 padres y en este año escolar 2022-2023, ya vamos por 1,422 estudiantes embarazadas.

La educación sexual es necesaria, es un derecho y un acto de consciencia frente a una niñez y adolescencia que no sabemos en cuales condiciones viven, ya sea abandono, descuido, orfandad, delincuencia, prostitución, abuso sexual, entre otras realidades de hogares que no tienen cómo ser el lugar que les brinde los conocimientos necesarios para evitar embarazos, más bien la semilla de una pobreza infinita que continua de generación en generación.

La complejidad de lo que llamamos libertad

La democracia es compleja, porque en los eternos debates sobre su fortalecimiento, pareciera para algunos, que es sencillamente permisiva.

Yo siento, que fuera de aquellas personas que nos interesa la política, creemos en el fortalecimiento institucional y del estado de derecho, lo que se percibe al otro del camino, es una ansiedad por ver resultados simples y rápidos, sin reparar en las consecuencias sobre la debilidad del sistema democrático.

Tengo la impresión que el autoritarismo, referente al abuso de la autoridad para quebrantar los procesos de transparencia del uso de recursos del Estado, violar leyes laborales y pagos de prestaciones, atropellar debidos procesos judiciales, entre otros, es confundido con la falta de autoridad para impedir el crecimiento de la delincuencia, la sensación de desprotección por parte del Estado ante ciertas vulnerabilidades de los individuos, ya sea por asuntos económicos, migratorios o por temas de salud, seguridad, etc.

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La cultura democrática que va decreciendo entre la ciudadanía dominicana, según los datos de Latinobarómetro, es preocupante. El 62% de los entrevistados se siente insatisfecho con la democracia, sin embargo, en el 2015, el 54% de los dominicanos se sentía satisfecho con los resultados del régimen democrático. De esos satisfechos con la democracia ya en el 2020 marcaban un 39% y ahora en el 2023 están en 36%.

Pero sólo para quienes entendemos lo mucho que nos ha costado construir esto que tenemos después de las dictaduras vividas por nuestros padres y madres, que llamamos democracia, basada más que nada en la capacidad del derecho al voto, de elegir y ser elegidos, como, la supuesta libertad de expresión de la que gozamos, se nos dificulta comprender cómo la idea de un posible regreso a regímenes totalitarios se le pudiera parecer atractiva a una sociedad tan necesitada de “melaganariedad” como esta.

Es común que en el razonamiento de las personas, nos encontremos con jóvenes clase media que quisieran una solución extrema, como que fusilen a todos los choferes de los sindicatos de transporte, que eliminen a los motoristas, porque sencillamente no se han sentado analizar el papel en la economía y en los productos que consumen que juegan estos individuos. Aunque, por supuesto, regular el tránsito, tomar medidas más serias de seguridad, es un deber del gobierno y una demanda social, estas salidas extremistas dichas con cierta angustia y frustración, aunque caigan en chiste, son producto de las debilidades del sistema.

Del mismo modo, oímos personas que dicen que a todos los políticos deberían de estar presos. Hablan de mano dura, pero cuando le preguntas que si ese dictador que quieren les tratara como delincuentes por cualquier infracción y sin mediación legal alguna, entonces no saben cómo responderte.

El deterioro de la institucionalidad, la decepción, el atraso en los servicios del Estado y los sistemas de transparencia, para mi, son parte del desapego de la ciudadanía en su satisfacción con la democracia.

El PRM en su gobierno, no ha hecho nada en función de reforzar nuestra cultura democrática, probablemente no les interese.

Ni rol ni rock & roll

La sensación de sentirse fuera de lugar en esta sociedad crece, porque ya el orden al que estábamos acostumbrados ha cambiado de una forma tan drástica, que conlleva una serie de factores en los que deberíamos ponerle mayor atención, ya que la masificación de todo abruma.

La no discriminación y la gama de nuevas oportunidades de crecimiento de la población, aminorando desigualdades y consolidando una clase media, debería de ser el camino al correcto desarrollo de nuestro país, como ha pasado en otras comunidades internacionales. Sin embargo, los resultados merecen todo nuestro cuestionamiento y preocupación.

Creo que el tiempo no jugó a nuestro favor, porque nos llegó todo de golpe gracias al internet, los dispositivos móviles y su impacto acelerado en tantas cosas, sin tener una base educativa y cultural suficientemente fuerte que nos permitiera provocar un mejor resultado en los “beneficios” que trajo el paquete: ya no se necesita una disquera para grabar una canción y ya no es necesario sacar un álbum completo, si no, que los singles tienen donde sonar y pasan del Spotify a la radio tradicional. Toda persona conectada puede tener un canal de Youtube, y desarrollar cualquier interacción mediante las demás redes masivas (Instagram, Facebook, TikTok) que terminan siendo la fuente de información de los periodistas formados, entonces, tenemos ahora este monstruo invisible articulando a esta masa social, que nos cuesta descifrar y que no conocemos el orden por donde se rigen (Cisnes Negros). Un Cisne Negro, -según Nassin Taleb- es un suceso improbable, con consecuencias importantes, que sus explicaciones a posteriori no tienen en cuenta el azar y solo buscan encajar lo imprevisible en un modelo “supuestamente perfecto”.

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Los roles de la oligarquía, los/las políticos/as y comunicadores tradicionales no fueron vencidos por ninguna lucha social con una causa reivindicatoria de derechos y ni por la democratización de espacios con objetivos románticos y sentimiento de hacer justicia. Lo que hoy tenemos es el resultado de un medio que nos conectó fácilmente y que tanto la creatividad humana de algunos emprendedores con éxito, en conjunto con la tendencia natural de los y las usuarias, fue dictando el camino para desarrollar un nuevo modelo de hacer negocios y de llevar todo lo análogo a lo digital, y después de ahí, a las plataformas en la nube; en fin un orden aleatorio, no planificado, no previsto, ni mesurado por un organismo de dirección social o individual.

En consecuencia, por ser un país que no resuelve sus temas más básicos de manera medianamente satisfactoria y recibe, en igualdad de condiciones, todas estas novedades y nueva manera de segmentar a las personas por sus gustos y preferencias, hoy no nos conocemos. Es el efecto de asimilar los Cisnes Negros sin ninguna base de criticismo convincente.

Los algoritmos de las plataformas sociales que ocupan parte de tu vida, te alejan de las personas que conoces en la vida real y te acercan a otras que sencillamente le dan “me gusta” al mismo video que te encontraste.

¡Tanta información y menos sabemos!

Porque en esos espacios que se liberaron, se ha colado mucha incertidumbre y no se ha trabajado cómo se debe en regulaciones, marcos comunes o reglas del juego que protejan nuestra integridad.

Nuestros datos pertenecen a empresarios de países en estados más elevados del desarrollo socioeconómico. Esa información puede ser y es usada en contra de nuestro fortalecimiento vivencial o simplemente contribuye a deteriorar de una forma más eficiente la mecánica social en sentido amplio, incluyendo incidir en algunos aspectos que impiden un ejercicio más democrático en países como el nuestro.

Nos exponemos tajantemente a un deterioro social, que nada tiene que ver con una a evolución promovida por un arte comprometido con la búsqueda de un estado de la cosa social de mayor bienestar para las mayorías.

Nuestra habitual cotidianidad social, como sentir la lluvia, el sol, el mar, la risa, el llanto, la pobreza, el desempleo, la nostalgia, el abuso policial, el costo de la vida, el perdón, la familia, las amistades, la vida laboral, etc. ahora inspiran cada vez menos canciones, y aunque del sexo, la violencia y las drogas siempre se ha manifestado en el arte, ahora es lo único que importa y me preocupa, sobre todo, la falta de creatividad y rigor en su producción.

Y mientras seguimos observando y re-inventando nuestro nuevo rol, no puedo negar que mi refugio musical sigue siendo el Rock & Roll.